Internet e Infovía

junio 4, 2018 on 5:51 pm | In colección, hist. informática, hist. telecomunicaciones, internet | 3 Comments

Adolfo García Yagüe | No es redundante recordar que Internet nació en las Universidades y que llegó a nuestras casas gracias a ellas. Fueron los Centros de Investigación de estas los que, necesitados de nuevas formas de comunicarse, empezaron a desarrollar una tecnología que, de otra forma, no nos habría llegado igual. No quiero decir que los fabricantes no fueran capaces de impulsar semejante innovación, simplemente recordar que a ellos les motiva promocionar una determinada tecnología si tienen control sobre esta. Es decir, inicialmente son cerrados e intentan posicionar sus patentes, más adelante, cuando ya no queda más remedio, se abren a estándares libres o de la competencia.

Los investigadores que desarrollaban su labor en las Universidades necesitaban compartir sus trabajos con otros con los que colaboraban. Querían poder mandar un mensaje a alguien o, simplemente, pertenecer a una lista donde cientos de colegas tenían intereses comunes. Todo esto, sin olvidar, que podía resultar imprescindible tener acceso a recursos como un ordenador central que, posiblemente, quedaba muy lejos de su país.

Como hemos visto, ARPANET se inició con un claro propósito militar. Aun así, conscientes de la innovación que nace en las mencionadas Universidades, se contó con ellas para que aportaran ideas. Más tarde, en el año 1984, los militares se separarían de ARPANET quedando esta en manos de investigadores y universitarios. Al año siguiente la NSF (National Science Foundation) cogió el testigo y puso en marcha una troncal que comunicaba cinco nodos equipados con grandes ordenadores. Aquella red se llamó NSFNET y ya, con una clara administración y objetivo, se convertiría en el núcleo sobre el crecer e ir pasando desde la antigua ARPANET.

Mientras esto sucedía, en Europa empezaban a “tejerse” las primeras redes entre Centros Universitarios. Obviamente, aquí la cosa era un poco más complicada porque había que poner de acuerdo a muchas Universidades, países, operadores, etc. No obstante, hacia mediados de los años ‘80, hay algunas redes entre Universidades escandinavas y Centros de Investigación. Estos, además, como el NORSAR de Noruega y el University College de Londres ya mantenían conexiones con la citada ARPANET.

Aun así, a pesar de estos aventajados, Europa es una región de “grandes” decisiones políticas y consenso… Por esta razón, para ponernos todos de acuerdo y que los políticos empezaran a subvencionar una red europea de investigación, se apostó -en lugar de TCP/IP– por protocolos avalados por instituciones como el CCITT o ITU-T, ejemplo de ello es la adopción de X.400 para el correo electrónico. También sucedió que, empresas como IBM, con la excusa de montar una red de (sus) grandes sistemas apostara por su tecnología y su red. En resumen, las Universidades tendían redes pero eran islas con dificultades para hablar con otras Universidades y Centros, y la evolución de estas era demasiado lenta y cara, y marcada por el CCITT y sus recomendaciones.

En 1988 resulta evidente que es necesario homogenizar el panorama e impulsar el desarrollo de una Red Paneuropea. Además es urgente arbitrar la conexión con otras redes. Ahí es donde comienza su actividad RedIRIS. Han sido sus profesionales los encargados de construir la gran red que conecta a las Universidades y Centros de Investigación españoles. Su labor ha sido y es imprescindible porque era necesario, además de conectar, negociar con los operadores, encargarse de fijar los criterios de evolución y divulgar entre todos los interesados.

Si el esfuerzo anterior no era suficiente, fue el mundo Universitario quién no tardaría mucho en darse cuenta que era necesario “abrir” el acceso a otros individuos y actores. Es por esta razón que, en el seno de Internet, aparecen los primeros negocios comerciales encargados de facilitar el acceso. Eran los ISP (Internet Service Provider) y, en España, el pionero en este terreno sería una empresa nacida en la Universidad Politécnica de Madrid, Goya Servicios Telemáticos.

A mi entender, el impulso definitivo de Internet vino de dos ámbitos totalmente dispares y distantes. Por un lado, en lo político, Bill Clinton y Al Gore sentaron las bases legales y económicas de aquella “autopista de la información”. De alguna forma se abría la veda para que cualquier actor pudiese usar Internet y, sobre todo, ya se advertía su potencial para desarrollar una nueva economía basada en la información, en lo digital, el conocimiento y los servicios. Por otra parte, y volvemos al entorno académico y científico del CERN (Conseil européen pour la recherche nucléaire), Tim Berners-Lee, un Ingeniero Informático, mientras desarrollaba herramientas para categorizar y compartir los resultados de las investigaciones de los científicos, inventó el World Wide Web e hizo amigable el uso de Internet.

Es este escenario de rápido crecimiento hay que hablar de nuestros ordenadores y empresas. Casi podemos decir que nos cogió desprevenidos porque Microsoft no nos había preparado para esta revolución :-). No quiero decir que para ellos Internet pasara desapercibido pero -da la sensación- que al inicio no supieron calibrar la magnitud de lo que se avecinaba. Prueba de ello es el tardío, aunque posteriormente exitoso, Microsoft Internet Explorer, fruto de la compra de la empresa Spyglass. En efecto, con Microsoft y con IBM estábamos atascados en los protocolos (sus protocolos) NetBIOS y NetBEUI. Aquello resolvía la comunicación básica en una red de área local pero presentaba numerosas limitaciones. Además no eran protocolos enrutables, como sí lo eran IPX de Novell o DECnet de Digital. Por otro lado, en lo que arquitecturas de redes se refiere, como dependiéramos de IBM se nos “premiaba” con su compleja y cautiva arquitectura SNA, o Token Ring para la Red Local.

Así las cosas, cuando empezó la década de los años 90, estrenábamos la versión 3.0 de Windows. Aquella versión, ni mucho menos, nos permitía desarrollar una Red Local. Era un mero entorno gráfico que corría sobre MS-DOS. Tuvimos que esperar la llegada de Windows 3.11 para tener un sistema operativo (aunque seguía dependiendo de MS-DOS) con capacidades de Red para compartir ficheros e impresoras. Pero, curiosamente, no existía soporte TCP/IP para navegar. Teníamos que recurrir a una aplicación o suite que nos ofreciera el protocolo TCP/IP y aplicaciones como PING, FTP o TELNET. Es por eso que, en aquella época, tuvieron cierta fama para conectarnos a Internet o redes IP programas como Chamaleon o Trumpet.

Todo cambiaría con la llegada del famoso Windows 95 e Internet Explorer. Aunque algunos seguíamos confiando en Netscape Navigator empezábamos a darnos cuenta que el fenómeno Microsoft parecía imparable: Windows NT, BackOffice, W95, las herramientas de Office, el Outlook, Visual Basic, IE, etc.

Para acabar tengo que citar a la fugaz Infovía. Aun siendo importante, su existencia fue efímera y consecuencia de un época. Básicamente, aquella iniciativa de Telefónica nos servía de Red de Acceso donde estaba presente nuestro ISP. De esta forma, si nuestro ISP estaba allí, podíamos llegar a él al precio de una llamada local. Todo un acierto que permitía a un ISP de otra ciudad distinta a la nuestra ser competitivo y abrirse a más clientes. Infovía también intentaba alargar la vida al concepto Ibertex. Es decir, podías navegar dentro de Infovía y acceder a los servicios (ya TCP/IP) que algunas empresas e instituciones allí prestaban: una red dentro de Internet. Obviamente aquel invento era consecuencia de una época y, la posterior liberalización de las comunicaciones, era incompatible con el acceso a los ISPs a través de Telefónica. También carecía de sentido mantener un coto de empresas y entidades bajo una red controlada por Telefónica.

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