Leonardo da Vinci, colección de modelos

marzo 19, 2010 on 7:51 pm | In galería de imágenes, innovación | No Comments

Adolfo García | Recientemente, de visita en Milán, dediqué unas horas a recorrer el Museo Nacional de la Ciencia y la Tecnología para ver las maquetas allí expuestas de algunas de las máquinas proyectadas por el genial Leonardo da Vinci. [ir a Galería de la Colección de modelos]

Resulta difícil no caer fascinado cuando se observa la obra de Leonardo da Vinci, y no me estoy refiriendo a sus obras pictóricas universalmente conocidas. En mi opinión, es a través de sus códices donde Leonardo refleja toda su capacidad de observación, análisis, imaginación y genialidad. Por esta razón, fue gracias a la difusión en facsímile de estos códices, hacia finales del XIX, cuando la figura de Leonardo da Vinci atrajo a estudiosos que se afanaron en comprender sus diseños y transcribir sus notas. Pero hacia la mitad del siglo XX, la opinión hacia Leonardo empezó a cambiar. Los historiadores Bertrand Gille y Leonardo Olscehki insistían en la deuda de Leonardo da Vinci con manuscritos de ingeniería anteriores y lo colocaron en segunda fila [Foley 1988].

Curiosamente, por caprichos del destino, en el año 1966, durante unas tareas de inventario de la Biblioteca Nacional de España, aparecieron dos volúmenes titulados como Tratado de estática y mecánica en italiano (1493) y Tratados varios de fortificación, estática y geometría en italiano (1491) cuya autoría correspondía a Leonardo da Vinci. Estos códices, dados por perdidos tiempo atrás, se bautizaron como Códices de Madrid I y II. En ellos Leonardo nos describe mecanismos que no fueron construidos hasta muchos años después de su muerte y que evidencian, sin lugar a dudas, su tremenda inteligencia. Además, los Códices de Madrid ponen de manifiesto que Leonardo no era, pese a lo que se creía, una persona caótica. Es cierto que sus manuscritos son desordenados en la estructura y redacción, sin olvidar que escribía al revés: de derecha a izquierda. Realmente, los códices hay que verlos como si fueran notas de campo. Son desarrollos de ideas en los que trabajaba Leonardo y que en el futuro pretendía ordenar y pasar limpio. Por el contrario, en el Códice de Madrid I, se pueden apreciar páginas cuya edición es realmente exquisita, transmitiendo una claridad meridiana y un claro objetivo: compartir ese conocimiento.

En el legado que nos ha llegado a través de los Códices encontramos estudios en prácticamente todos los campos del saber: Geometría, hidráulica y física (Códice Forster); tratados de pintura (Códice Urbinas); arquitectura y matemáticas (Códice Arundel). Descubrimos, a través de los manuscritos del Castillo de Windsor, a un Leonardo volcado durante 30 años en la anatomía médica a través de disecciones de cadáveres, algo poco común en su época. En el Códice Leicester se abordan -entre otros- temas de cosmología e hidráulica. El estudio del vuelo de los pájaros, analizado en el códice del mismo nombre. Por último está la mecánica, navegación e ingeniería militar, que ocupa un lugar destacado en los monumentales Códice Atlántico, Manuscritos A-M de Francia y Códices de Madrid. Este ingente caudal de conocimiento permaneció durante siglos celosamente guardado -y desperdigado- por las bibliotecas de la nobleza europea. El valor que se daba a estos manuscritos era el de un curioso objeto de colección, más que como fuente de saber.

Son pocos los inventos que llegaron hasta los talleres de los artesanos de la época. Tampoco está muy claro que Leonardo lograra construir y hacer funcionar alguna de sus máquinas. En este sentido, es fácil llegar a la conclusión que Leonardo diseñaba sus máquinas basándose en su propia intuición y capacidad de observación. No olvidemos que en su tiempo aun no se habían descubierto las leyes y principios físicos que gobernaban la mayoría de sus ingenios. Por esta razón, cualquier intento de perfeccionar y ajustar el funcionamiento de una máquina para que fuera más eficiente sería complejo y laborioso.

Por otra parte, constructivamente, Leonardo estaba limitado por las técnicas y materiales de su época. Lo que no puede dejar de llamar la atención a cualquiera que estudie su trabajo es el uso relativamente amplio de la madera y el cuero. Ambos materiales contaban con una tecnología adecuada en su tiempo. En cambio, la técnica de los metales era decididamente limitada. Las artes de la fundición y la forja eran bien conocidas y se tenían en alta estima, pero no eran en absoluto adecuadas para la producción de pieza mecánicas precisas. Por esta razón, cuando uno se imagina el funcionamiento de alguno de los diseños de Leonardo, lo que ve es una máquina endeble  rechinante que ciertamente girará, pero a regañadientes, y cuyas superficies de trabajo pronto estarán tan gastadas y melladas que perderán toda eficacia. [Wiener 1954]

Los modelos expuestos en el Museo Nacional de la Ciencia y la Tecnología de Milán fueron creados a partir de 1952 por un comité de expertos que se constituyó para conmemorar el quinientos aniversario del nacimiento de Leonardo da Vinci. Fueron presentados por primera vez el 15 de febrero de 1953, coincidiendo con la inauguración del museo. Cada maqueta -al igual que es nuestros días- pretendía ser didáctica y facilitar así la compresión de funcionamiento al visitante. Con este propósito, junto a cada mecanismo, se incluye una explicación de su funcionamiento y los diagramas originales en los que se basa.

[ir a Galería de la Colección de modelos]

Bibliografía
FOLEY Vernard y SOEDEL Werner, Contribución de Leonardo a la Mecánica Teórica, Investigación y Ciencia, Noviembre 1986
WIENER Norber, Inventar, Tusquets Editores, 1995
FOLEY Vernard, Leonardo y la Invención de la Llave de Rueda, Investigación y Ciencia, Marzo 1998
GIORGIONE Claudio, LEONARDO DA VINCI, The Models Collection, Museo Nazionale della Scienza e della Tecnología Leonardo da Vinci, 2009

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