Artaud, I Ching, Schoemberg,
happening, Zen, Joyce, anarquía, Webern, Thoreau, Mc Luhan, dodecafonismo,
Duchamp, Rauschemberg, electrónica, Satie; entre el orden y el no-orden,
la organización y la aceptación, el piano y el silencio, la partitura
y la improvisación, el surrealismo y el budismo, la obra y el evento.
Nadie se ha negado tanto como Cage a ser autor, a pesar
de lo cual cada episodio, cada sonido, cada espectáculo originado
en él, llevan su marca inconfundible.
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John
Cage |
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Escribimos acerca de él, sabiendo que ordenar
un discurso que hable sobre Cage habrá de decir más y menos de lo
que debe. Cage fue, principalmente, un organizador que encontró
en el desorden su materia; por ejemplo: MUSICIRCUS (1967):
Actuaciones simultáneas de rock, jazz, electrónica, música de cámara,
vocal, danza, diapositivas. La tarea del compositor es la de invitar
a quienes van a tomar parte al mismo tiempo y en el mismo lugar.
Un MUSICIRCUS realizado el 11 de Abril de 1970 en Minesota, contó
con 24 grupos de ejecutantes o algo similar ; Cage aportó
superposiciones de aparatos de radio y televisión. 33 1/3
(1969): su título se refiere a la velocidad de un disco fonográfico.Cuando
realizamos esta obra contábamos con 12 tocadiscos y 250 discos.
El público se encontraba con las sillas ocupadas por los discos,
de modo tal que si querían escuchar música debían producirla ellos
mismos. Cage expresaba su pensamiento cercano al moderno anarquismo
al tratar de desmilitarizar el lenguaje. Su amigo Norman
Brown lo había ayudado a observar que la sintaxis, la manera
como se construye una frase es idéntica a como se organiza el ejército.
Este fue el punto de partida de varios de sus principales trabajos,
por ejemplo: EMPTY WORDS; organizada por operaciones
de azar, formada por palabras, pero carente de cualquier intento
de estructuración sintáctica.
Cage comenzó a componer manipulando series
dodecafónicas, si bien de un modo extremadamente heterodoxo, estableciendo
con exactitud la instrumentación de sus primeras obras (como en
las Seis Invenciones Cortas del año 1933, escritas para
flauta contralto, clarinete, trompeta, violín, dos violas y cello).
Pronto llegaría la innovación más llamativa en el terreno instrumental:
la creación del piano preparado; su misma invención es una muestra
de la ausencia de todo deseo de planificación por parte de Cage:
Al componer una obra para ballet, Cage pensó en emplear una orquesta
de percusión pero se encontró con que no había lugar en la sala
para tantos intérpretes con instrumentos a veces muy voluminosos.
La solución consistió en convertir al piano en una orquesta de percusión.
Al introducir en el interior del piano tornillos, gomas y otros
objetos extraños, el piano pierde su homogeneidad produciendo sonidos
cuya afinación varía, al mismo tiempo que su constitución tímbrica
aparece transformada hasta lo irreconocible. Esta no fue la única
operación de transformación que sufriría el piano en manos de Cage:
en The Wonderful Widow of Eighteen Springs, basado en un texto de
Finnegans Wake, Cage prevé el uso del piano como instrumento de
percusión golpeando con los nudillos o con los dedos en distintas
partes de la madera. Posiblemente, este tipo de empleo instrumental
tenga su origen en la idea de usar los instrumentos como herramientas,
de tal manera que no dejen huellas. Morfológicamente, el aporte
del autor es igualmente innovador: basándose en el principio
de raíz cuadrada configura su concepto de estructura rítmica
que en contraste con una estructura basada en las notas de
la escala, (...) acoge por igual tanto a los sonidos no musicales
(los ruidos), como a los sonidos nacidos de escalas e instrumentos
musicales.
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Debut de John Cage en el Museo
de Arte Moderno de Nueva York, 1943 |
Parecería sorprendente encontrar entre las
obras de Cage obras electrónicas, sobre todo teniendo en cuenta
la existencia de la Escuela de Colonia que, por así decirlo, fundó
la música electrónica empleando los procedimientos compositivos
más rigurosos. Sin embargo, la relación de Cage con las nuevas tecnologías
estaba fuertemente influida por su amigo Marshall Mc Luhan que preveía
un empleo liberador de la electrónica por parte del usuario corriente,
y como un usuario corriente Cage enfrentó la realización de sus
obras electrónicas. William Mix (1952) dura aproximadamente
cuatro minutos de duración, y está grabada en 8 pistas de cinta
magnética, lo que haría parecer que estaríamos frente a una obra
electrónica convencional, pero es su procedimiento lo que la diferencia
de todo el repertorio conocido. A través de medios elaborados
al azar determiné cuántas categorías de sonidos podía agrupar, y
qué parámetros podía modificar: sonidos electrónicos, del campo,
urbanos, producidos por el viento, etc. Toda manipulación de edición
de la obra están cuidadosamente controlados a través de operaciones
de azar . Anteriormente había producido lo que se considera
la primera obra de música electrónica: Imaginary Landscape
# 1 que incluye en su instrumental sonidos electrónicos pregrabados,
piano, platillo, y dos electrófonos de velocidad variable. Esta
obra es también la primera que puede ser considerada como live
electronic y fue compuesta en 1939. Pasarían varios años hasta
que otros compositores aparecieran ofreciendo obras de realización
electrónica, tanto grabadas como en vivo.
Dos compositores de escritura
rigurosa como Berio y Maderna lo invitan en 1958 a trabajar en el
Estudio de Fonología de Milán para que produjera obras electrónicas.
Allí Cage compondrá Fontana Mix, obra igualmente dirigida
por el azar. Se trata de un collage de 17 minutos de duración y
Cage sugiere que, durante su ejecución pueda variarse la velocidad
de los grabadores que reproducen las cuatro cintas magnetofónicas
que lo componen, así como detener completamente, si se lo desea,
durante algún tiempo la marcha de cualquiera de los cuatro magnetófonos.
La aceptación más absoluta del azar por parte de Cage se pone de
manifiesto al incorporar a esta obra los fragmentos de cinta que
habían sido desechados por otros compositores que trabajaban en
los estudios de la RAI. Algo similar a lo que hiciera su amigo Marcel
Duchamp con sus famosos ready-made, al tomar objetos
que no fueron originalmente construidos para formar parte de la
obra a la que quedaron incorporados. Con el tiempo, aparecieron
obras más extremas como Variaciones III (1963), para
una o varias personas que hagan cualquier tipo de acción, sea ésta
musical o no. A esta misma época pertenece 000;
C. Tomkins relata el estreno de la obra: Cage
muy serio, se puso un micrófono de contacto alrededor del cuello,
puso el dial del amplificador al máximo y bebió un vaso de agua.
Cada sorbo reverberó por todo el salón como el caer de una ola gigante.
Un aspecto del pensamiento cagiano es el de la composición textual,
un tipo de escritura que no es musical pero que se transformará
siempre, de un modo u otro, en sonidos intencionadamente producidos
y, por lo tanto, en música. A este tipo de composición pertenecen
los Mesósticos, un tipo de formación poética que emplea palabras
preestablecidas como anagramas que servirán para estructurar la
composición de los mesósticos. Esta parte de su obra, ya casi desligada
del empleo de instrumentos, lleva al extremo lo que ya se vislumbrara
en su Conferencia sobre Nada pero apelando a configuraciones
temporales de mayor complejidad. Así, en 1971 escribe sus 62
Mesósticos sobre Merce Cunningham, a los que seguirán otras
obras en la misma dirección. Un concierto de mesósticos puede llegar
a durar varias horas, nada inhibe el manejo y el concepto de la
temporalidad de este adepto al budismo zen.
La lectura de los mesósticos representa una
innovación tan extrema como el sprechgensang que su maestro Schoemberg
había empleado al componer una de las obras malditas
del siglo XX: el Pierrot Lunaire. Efectivamente, del
mismo modo que el canto-hablado que se emplea en la principal obra
del expresionismo musical, el habla-cantada que exigen los mesósticos
(y que reconoce profundas influencias de la escritura de e.e. cummings)
configura un aporte también comparable a lo que Luciano Berio realizara
dentro de la moderna escritura vocal.
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Variaciones
V (1965). Performance por la compañia de danza del coreógrafo
Merce Cunningham, al fondo, junto a Barbara Loyd. John Cage
(izquierda) y David Tudor (centro) y Gordon Mumma (derecha) |
Podrá parecer extraño que no hayamos hecho
referencia a la obra más famosa de John Cage, 4 33.
La razón es muy simple: demasiados extravagantes profesionales han
justificado su falta de talento o de laboriosidad a la hora de componer,
apelando a manifiestos o a posturas estéticas
que nada tienen que ver con la creación cagiana y especialmente
con su principal concreción del silencio, que el autor prefería
a cualquier otra música, incluso a la mía propia. Posiblemente,
el experimento mas audaz del autor haya sido no aquellos cuatro
minutos de silencio frente a un público asombrado, sino la propensión
de Cage a superponer dos o más obras propias en una misma ejecución
simultánea; en 1976 se interpretan en La Haya la versión simultánea
de Atlas Eclipticalis, Winter Music y Solo
for Voice 45. El evento resulta en desastre. Años más tarde,
el autor encontraría una revancha merecida pero que no buscó. Pierre
Boulez, líder indiscutible de la composición musical mas intransigentemente
rigurosa, lo invita a su inexpugnable fortaleza: el IRCAM; allí
Cage concreta durante seis funciones su Roaratorio,
obra basada, como tantas otras, en textos de James Joyce.
No es necesario resaltar con demasiado énfasis
que la vida de John Cage, extinguida hace pocos años, fue dedicada
en forma casi exclusiva a la música; lo que no quiere decir que
su actividad musical haya sido excluyente de ningún aspecto de la
existencia humana. Innumerables composiciones musicales (o no-musicales,
ya poco importa), invención de nuevos instrumentos como el piano
preparado o el water-gong; organización de cientos de eventos estéticos,
escritor de varios libros. Todo bajo una mirada plácida como la
de quien ha sido capaz de aceptar el devenir tal como su maestro
D. T. Suzuki y el zen le enseñaron. Ese devenir le reservó tanto
el reconocimiento como el rechazo, muchas veces a cargo de los músicos
que integraban las orquestas que debían interpretar sus obras. Menospreciado
muchas veces porque esa música también la podría haber hecho
un niño; los que así lo atacaron no sabrán nunca que ése es
el mejor elogio para Cage.
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