La radio en España. Pioneros (1)
noviembre 2, 2024 on 1:15 pm | In colección, hist. fotografía, radio, tv y vídeo, hist. telecomunicaciones | Comentarios desactivados en La radio en España. Pioneros (1)Adolfo García Yagüe | La invención de la radio es uno de los logros más importantes del progreso de la humanidad. Aquellas primeras trasmisiones que cruzaron el Canal de la Mancha o, en el caso español entre Tarifa y Ceuta, trasformaron radicalmente el siglo que comenzaba y fueron el origen de una revolución aun mayor dominada por la electrónica y las telecomunicaciones. En la actualidad, más allá de algún aficionado y estudioso en la materia, pocos conocen como comenzó esta historia. Por este motivo, en esta serie de textos, intentaré resumir lo qué pasó en nuestro país hace más de 100 años. Os pido disculpas por los posibles errores cometidos, apreciaciones equivocadas y omisiones que echéis en falta.
Julio Cervera Baviera
Como no podía ser de otra forma, este recorrido comienza recordando la figura del comandante Cervera, protagonista indiscutible de los primeros instantes de la radiocomunicación en España. Julio Cervera Baviera (1854-1927), natural de Castellón, ingresó en el Ejercito en 1874 y años más tarde pasó a la Academia de Ingenieros del Ejército en Guadalajara. Entre los años 1884 y 1887 realizó diferentes viajes expedicionarios por el interior de Marruecos donde comprobó la importancia de mantener contacto con las plazas españolas. Fruto de aquella necesidad, dirigió su atención hacia las noticias que relataban que un desconocido Guillermo Marconi (1874-1937) había logrado establecer una comunicación telegráfica entre dos puntos distantes a través del éter. Por esta razón, en 1899 el ejercito encomendaría a Cervera la misión de viajar a París y Londres para conocer más detalles sobre la técnica empleada por Marconi y su aplicabilidad militar. No olvidemos que, en aquel momento, para satisfacer las comunicaciones telegráficas con la península se desplegaban costosos cables submarinos, como el efímero y primer cable entre Algeciras y Ceuta (1858), Jávea e Ibiza (1861) y Cádiz con Tenerife (1883).
Tal fue la impresión de Cervera que, a su regreso a España, imagina la aplicación de telecontrol gracias a la novedosa comunicación inalámbrica. También desarrolla algunas mejoras sobre lo visto en Londres, como un sistema manipulador que permite incrementar la velocidad de los despachos telegráficos. Este entusiasmo contará con el respaldo del Ministerio de la Guerra, que le designa para llevar a cabo las pertinentes pruebas prácticas y localizar los emplazamientos más adecuados para poner en marcha las primeras estaciones de radiotelegrafía. Fruto de aquel encargo y debido a la importancia de las ciudades de Ceuta y Melilla, la conexión de radio más simbólica fue la establecida entre Tarifa y Ceuta en 1901. Recordar que en aquellos años España todavía mantiene su presencia en el Golfo de Guinea y la tensión con Marruecos iría en aumento (Guerra del Rif, Administración del Protectorado Español, etc.) por lo que será estratégico contar con un sólido canal de comunicación con la península.
Isidro Calvo Juana
Como es fácil intuir, Cervera acaparó la atención de las crónicas de la época y llegaría a convertirse en la cara visible de los primeros avances radiotelegráficos, pero, es justo recordar que sus trabajos fueron posibles gracias a la abnegada contribución de decenas de miembros del Cuerpo de Telégrafos y del Ejército, como los tenientes de Ingenieros Antonio Peláez Campomanes y Tomás Fernández Quintana. Otro ejemplo de este objetivo compartido dentro del Ejercito es la publicación, en junio de 1900, del libro titulado Aplicaciones de las Oscilaciones Hertzianas, Telegrafía y Telefonía sin hilos conductores, por Isidro Calvo Juana (1861-1928), capitán de Ingenieros y profesor de la Academia de Ingenieros de Guadalajara.
Habitualmente esta publicación es considerada la primera en ser editada sobre estos temas en España e, imaginamos, que no pasó desapercibida para Cervera y el resto. En este volumen, por ejemplo, se describe en detalle el sistema de Marconi y se explican algunas contribuciones esenciales como la teoría de Maxwell, o las experiencias de Herz, Lodge, Branly, Popov y Tesla. Además, se enumeran los ensayos que han sido documentados hasta la fecha siendo, por este orden, el de Popov (Rusia, 1895), Marconi (Experiencias en Italia, Reino Unido y Francia entre los años 1896 y 1899) y Cervera junto a personal del Batallón de Telégrafos en presencia de SS.MM. el Rey Alfonso XIII y su madre, la Reina Regente (en Madrid, 1899), indicando además que Cervera emplea “el sistema Marconi, algo modificado”.
Leonardo Torres Quevedo
En este repaso histórico tampoco podemos dejar de mencionar al insigne cántabro D. Leonardo Torres Quevedo (1852-1936) quién, en 1903, presentó el Telekino ante la Academia de las Ciencias de París. El Telekino fue el primer sistema experimental que permitía el guiado remoto de una embarcación. Ya hemos dicho que esta aplicación de la radiofrecuencia fue imaginada antes por el comandante Cervera e, incluso, el capitán Calvo la consideró en un artículo fechado en 1901, pero fue Torres Quevedo quién ostenta la primicia como así se refleja en su patente del 1 de diciembre de 1903.
El Telekino fue consecuencia de los trabajos que venía desarrollando Torres Quevedo con sus dirigibles. D. Leonardo vio en la radiofrecuencia un auxilio para que, ante un accidente en los vuelos de prueba de aquellas aeronaves, no peligrara la vida de ningún piloto. Con esta idea básica avanzó en la construcción del Telekino contando con la colaboración de M. Rochefort, experto en radiotelegrafía y del Laboratorio de Mecánica de la Sorbona de París. El Telekino era capaz de interpretar un conjunto de señales morse con las que se gobernaba remotamente el cambio de velocidad (marcha adelante, atrás, velocidad, parada), dirección (rumbo recto o viraje pequeño, mediano y máximo a la izquierda o derecha) y saludo de bandera. Incluso también se contemplaba la parada de emergencia ante la perdida de la conexión radio.
El Telekino fue objeto de numerosas demostraciones entre las que destaca Bilbao en 1905, Madrid en 1906 (lago de la Casa de Campo) y, de nuevo, Bilbao en septiembre de 1906 ante S.M. el Rey Alfonso XIII. Como era menester, en estas presentaciones se contaba con la presencia de miembros del Ministerio de Marina y, a través de estos, se avaló repetidamente el potencial del Telekino para el control remoto de embarcaciones y torpedos, pero, por esas razones que solo los españoles comprendemos, no se materializaron en nada, salvo indiferencia y olvido. También en 1906, tras sufrir este desengaño patrio, Torres Quevedo conoció los ensayos que hizo el francés M. Davaux con un aparato similar al Telekino e inició un vano intercambio de correspondencia con la Societé Internacionale de Electriciens para reivindicar su invención.
Matías Balsera Rodríguez
También es común atribuir la invención del citado control remoto a Matías Balsera Rodríguez (1883-1952) quien, entre el periodo 1905 y 1908, realizó numerosas demostraciones, incluida la obligada ante su S.M. el Rey Alfonso XIII el 3 de abril de 1907 en Cartagena. Su aportación más relevante, frente a la idea de Torres Quevedo, tenía que ver con la protección del canal de comunicación radio, poniendo de manifiesto lo vulnerable que este puede ser frente a la escucha no autorizada, suplantación o interferencia del adversario.
Natural de Huelva, Balsera inició su actividad profesional en el Cuerpo de Telégrafos en 1904. A partir de aquellos años empieza a ganar cierta notoriedad tras impartir pequeñas conferencias donde divulga los principios de la tecnología radio presentando algunas experiencias e invenciones que, como aficionado, ha desarrollado en este campo. En este sentido, su vida estuvo marcada por la invención constante, tanto de nuevas aplicaciones de las radiocomunicaciones como de mejoras sobre las tecnologías existentes. Lamentablemente, Balsera vivió en unos tiempos convulsos en un país refractario a toda novedad que nace fuera del perímetro oficial. También, a diferencia de otros países, en España no existía un tejido empresarial capaz de valorar adecuadamente sus ideas y defenderlas, y algo tan esencial como promocionar y comercializar aquellas innovaciones por lo que todo su esfuerzo apenas tuvo repercusión más allá de numerosas demostraciones y notas de prensa que convirtieron, por cierto, a D. Matías en una autoridad respetada y popularmente reconocida.
Es importante destacar que, al revisar ciertos textos de la época que mencionan a Balsera, e incluso algunos artículos actuales, se encuentran afirmaciones incorrectas o, al menos, exageradas. Por ejemplo, en esas notas de prensa se indica que el sistema de telecontrol cuenta con un sintonizador de su creación, dando por sentado que el circuito de sintonía ha sido inventado por el propio Balsera. Lamentablemente, esto no es exacto y se ha ido perpetuando a lo largo de los años. Recordemos que la patente del sintonizador corresponde a Marconi y tiene fecha de 1900. Es más, aquella patente número 7777 fue objeto de disputa porque se inspira en un circuito anterior patentado por Oliver Joseph Lodge (1851-1940) en 1898. Por otro lado, por lo prematuro de la fechas -al no existir tubos termoiónicos- parece complicado que, con los medios disponibles, Balsera hubiese inventado un tipo de heterodinación o codificación especial del canal radio. Quizás su solución se basaba simplemente en enmascarar la comunicación alterando la duración de los pulsos morse que corresponden al punto y la raya y, evidentemente, trabajando en una frecuencia específica gracias a un sintonizador.
En mi opinión, malentendidos similares a éste fueron consecuencia de notas de prensa y artículos escritos con buena intención, pero carentes de criterio técnico, como aquellos que relatan el logro conseguido por Balsera al establecer una Comunicación radio con un tren en marcha (1906) o la invención de un Telégrafo portátil sin pilas (1910). Por esta razón, os ruego que me permitáis ser cauteloso para evitar tropezar y repetir afirmaciones exageradas por lo que comentaré, únicamente, unas pocas referencias que ilustran a la perfección la capacidad y el espíritu de Matías Balsera. Todas ellas corresponden a la segunda década del siglo pasado, después de su regreso a España, tras permanecer en Inglaterra entre de siete y diez años, según las fuentes que se consulten.
La primera aportación que he querido recoger se publicó en El Telégrafo Español en el número de junio de 1921. El Telégrafo Español era una prestigiosa revista publicada por y para profesionales afines al Cuerpo de Telégrafos. En ella se detalla la presentación que hace Balsera de un equipo de su invención que mejora significativamente las prestaciones del sistema Hughes al estar basado íntegramente en elementos eléctricos, no mecánicos, como eran aquellos telégrafos. Los Hughes tradicionales, a diferencia del telégrafo clásico, contaban con un teclado alfanumérico -similar al de un piano- y eran capaces de imprimir caracteres en lugar de puntos y rayas, pero, precisaban de una sincronización previa entre ambos extremos. A pesar del potencial de este sistema Hughes mejorado, ya que en aquellos momentos el sistema Hughes tradicional era ampliamente usado en la red española, este no mereció el interés del Cuerpo de Telégrafos, siendo recordado este hecho como un desprecio hacia Balsera. En mi opinión, y sin pretender ser categórico, es importante tener en cuenta que, aun siendo un buen invento aquel equipo Hughes mejorado de Balsera, en aquellos años el sistema Hughes estaba técnicamente superado por los sistemas Baudot y el uso de terminales mecanográficos como, por ejemplo, el de Siemens, que terminaría imponiéndose frente a los manipuladores tradicionales y teclados tipo piano. Por otro lado, hay que destacar que ambas tecnologías ya eran objeto de estudio en la Escuela General de Telegrafía. Por este motivo, quizás, Telégrafos no estaba interesado en la adopción de un equipo -más moderno, eso sí- que lo único que hacía era extender la vida de un sistema en retroceso: El Hughes.
Radiodifusión según Balsera: El Palacio de Comunicaciones es el
centro de la Red y reúne los contenidos producidos en diversos lugares
Otro de hecho que quiero citar, a propósito de una entrevista publicada en el diario El Sol en noviembre en 1922, es la visión de D. Matías de cómo debería ser concebido el servicio de radiodifusión. En esta interviú se resume a grandes rasgos su propuesta de Broadcasting que -según él- debe ser un servicio prestado desde el Cuerpo de Telégrafos para el bien social. Es decir, un servicio prestado por una institución nacional donde no cabe la iniciativa privada o extranjera cuyo objetivo es, normalmente, comercial. En estas líneas también se percibe el agudo resentimiento de Balsera hacia la institución a la que pertenece, el Cuerpo de Telégrafos, diciendo que “Me fui al extranjero porque la oposición que a todo lo mío declararon ciertos jefes de la Dirección General de Telégrafos, creando una atmósfera desfavorable alrededor de los directores generales, en perjuicio de mis proyectos, me hicieron la vida imposible y tuve que emigrar porque yo no sé ganar mi sueldo sentado ante una mesa copineando despachos”.
Por otra parte, en 1925, aquel prolífico Balsera publicaría el libro titulado Radiotelefonía. En los primeros capítulos de este volumen se exponen los principios básicos de la electricidad y de la teoría electromagnética y concluye con un amplio estudio del tubo termoiónico donde detalla los circuitos más comunes. A pesar de los años transcurridos, este es un libro que merece ser tenido en cuenta por su contenido inicial, que es plenamente válido, y está escrito desde el rigor técnico sin abusar de adornos literarios. Tristemente, en sus páginas finales, Balsera no puede reprimir ese resquemor que aún mantiene con las instituciones y la poca iniciativa técnica nacional.
Por último, en 1930 presentó un dispositivo pensado para ser instalado en los convoyes de ferrocarril y detectar la presencia de un tren circulando en sentido contrario en la misma vía. El citado equipo, al advertir la colisión inminente de ambas unidades, paraba la marcha de cada tren para evitar una catástrofe. Se llegaron a realizar ensayos prácticos -y satisfactorios- en el tramo de línea férrea que une Durana y Vitoria, pero, lamentablemente, aquel invento tampoco cristalizó en un producto comercial.
Antonio Castilla López
Acabamos este repaso recordado a la persona que protagonizó en España la transición desde la radiotelegrafía a la trasmisión de la voz o, como se decía entonces, radiotelefonía. Además, fue el auténtico pionero de la radiodifusión en nuestro país y, para colmo de logros, es el individuo que importó los primeros audiones para, más tarde, fabricarlos en Madrid.
Antonio Castilla López (1886-1965) nació en Cádiz. Por algunos datos que he leído y he contrastado en diversas fuentes, provenía de una familia bien relacionada en su ciudad de origen, Jerez de la Frontera. Este detalle, aunque pueda parecer trivial, explica alguno de los contactos y apoyos que tendrá más adelante como, por ejemplo, el de Francisco Moreno Zuleta, Conde de los Andes (jerezano); Miguel Primo de Rivera, futuro jefe del gobierno (jerezano) e importantes empresarios, como Rufino de Orbe y Morales.
Castilla ingresa en el Cuerpo de Telégrafos en 1904, unos meses antes que Balsera. Más allá de alguna noticia de la época que los relaciona durante el trascurso de una demostración del telecontrol de Balsera, hay pocas señales que indiquen que esta relación se mantuviese en el tiempo. Menos aún, como se suele afirmar, que Castilla fuese el ayudante o discípulo de Matías Balsera. De hecho, ambos seguirán caminos diferentes pues Castilla, en 1906, es destinado a Barcelona y permanece allí hasta 1913. Durante aquellos años su prestigio va en aumento y se convierte en un referente técnico llegando a ejercer como profesor de electricidad aplicada en un centro privado llamado Escuela de Ingenieros de Sarriá.
A pesar de ser un simple telegrafista, como él mismo se definía, el Cuerpo de Telégrafos le concedió una beca para que pudiese viajar a París, Roma, Berlín, Londres y, finalmente, a Estados Unidos en 1916. En aquellos viajes conoció como el triodo de Lee De Forest (1873-1961) supondrá un antes y un después en las comunicaciones por radio. Por aquel motivo, en su viaje a EE.UU., contactó con Lee De Forest e inició con él una relación comercial que le autorizaba a diseñar y comercializar en España equipos de radio con audiones De Forest y, posteriormente, fabricar estos triodos. Se cree que la contrapartida económica con la que Castilla sedujo a Lee De Forest partía del Conde de los Andes. Con semejante aval, Castilla no tardó en convertirse en un referente en nuestro país gracias a la tecnología de los tubos termoiónicos y, con el apoyo de Rufino de Orbe y Morales, fundó la Compañía Ibérica de Telecomunicación en 1916.
Rápidamente, también gracias a sus contactos, el Ejercito contó con él para probar las capacidades de los novedosos audiones en sus estaciones de Carabanchel y El Pardo. Para ello, Castilla adaptó los equipos de radiotelegrafía Telefunken allí existentes para convertirlos en emisoras de radiotelefonía. Otro de los encargos institucionales le llegó de la Dirección General de Telégrafos quién le encomendó la instalación de la nueva emisora (adquirida en 1917 y basada en tubos termoiónicos) en el futuro Palacio de Comunicaciones, cuya inauguración estaba prevista en 1919.
La Gran Guerra provocó que las empresas que fabricaban equipamiento de radio o que controlaban estaciones de radiotelegrafía fuesen intervenidas por sus respectivos gobiernos. Este parón provocó el abandono de mercados dependientes tecnológicamente, como era el español. Por esta razón, hasta los primeros años de la segunda década, la Compañía Ibérica de Telecomunicaciones gozó de un corto, pero favorable, periodo comercial como atestiguan las importantes referencias cosechadas en la Armada o en el Cuerpo de Telégrafos. También, en aquellos años, tendrá lugar la primera radioemisión pública de España, realizada por Antonio Castilla, en la Universidad de Valencia con motivo de la conferencia que allí impartió bajo el título “La física del tubo electrónico” el 22 de abril de 1920.
Como hemos comentado en otros textos, en 1920 tienen lugar en EE.UU. las primeras emisiones radiofónicas dando comienzo un nuevo ciclo donde aflorarán nuevas oportunidades comerciales para la fabricación de receptores y emisoras de radio. Por otro lado, el desabastecimiento del mercado español aludido anteriormente, dejará paso a numerosas empresas nacionales y extranjeras que buscan hacerse (o recuperar) su hueco. Esta coyuntura empujó a Ibérica de Comunicaciones a explorar mercados inexistentes en nuestro país, como el de la fabricación de receptores de onda media para el público común y la radiodifusión “alegal” a través de la emisora Radio Ibérica para, así, fomentar la compra de sus equipos. Estamos en 1924. [Continuará]
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